La Ley de la Atracción
Ya lo sabía yo. Esto tenía que ocurrir. Sigo confiando en él. Tengo que ser fuerte. Él ya me lo advirtió. Me dijo que me pediría que hiciera cosas que irían contra mi sentido común, y lo está haciendo.
Mi consciente juega a petición suya contra mi inconsciente; pelea de titanes, guerra de dioses, ¿quién saldrá ganando? Aquí estoy como testigo, observando los cambios que mis atrevimientos producen en mi alma. Esos atrevimientos a los que tanto me resistía por miedo a no estar todavía preparada, por considerar mi formación un castillo de naipes, por provocar a la naturaleza, por apostar con ella a que mis naipes resistirán la tempestad, qué desfachatez, que incongruencia, esto es algo nuevo, algo diferente.
Como ya os dije, me pidió que volviera a sentirme desgraciada, que me provocara dolor, que bebiera el veneno y que lo dejara actuar en mi alma, en mi cuerpo. Lo he hecho. Hoy he llevado a cabo el plan y he sufrido, no tanto como antes, pero sí suficiente como para acurrucarme, sola, dentro de mí, nadando en recuerdos tan bellos y hoy tan dolorosos... ¿para qué? para volver a crear los primeros, con la misma persona, en cualquier lugar, en cualquier momento, sentirlos, beberlos, olerlos, tocarlos, tan lejos, tan cerca, tan duros, tan bellos, ganar, crear lo que será mañana, apostar tu integridad a una carta, no tener miedo a la locura, a los llantos, saber que no llegarán, que ganarás, porque tu destino te pertenece, porque hay que echarle pelotas a la vida, porque vendrán y yo os estaré esperando con los brazos abiertos, vosotras, alegrías, dichas, vendréis a mí porque yo os lo pido, os lo ordeno, en mi vida, en mi ser, soy yo la más fuerte, la más serena. La dueña.
Mañana será otro día. Estoy agotada. Hoy ya he jugado suficiente.
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