jueves, 18 de marzo de 2010

El boicot, quién te pisotea


La Ley de la atracción

¿Y qué pasa cuándo te despiertas por la mañana y no tienes ganas de levantarte? A mí hoy me ha pasado. He intentado pensar en mis deseos, he sonreído levemente y me he encontrado con esa sensación en el estómago de vacío, de preocupación, es la sensación de asomarse a un precipicio, algo intenso ahí dentro, algo muy denso. He bajado a desayunar y un familiar me ha recordado la esencia de mi preocupación, haciendo incapié en la raiz de la misma y dejando un comentario un tanto amargo que me ha afectado. Son esas cosas las que pueden minar cualquier buena intención. Eso es de lo que tenemos que protegernos, de nada más.

Leí una vez que algo te afecta porque tú dejas que entre en tu mente y te afecte. Que solo los muy fuertes saben bloquear esos influjos. A mí me parece que esto puede ser uno de los principales enemigos de la ley de la atracción. Los demás, lo que nos dicen, es peligroso siempre y cuando nos afecte. Si no nos afecta, es inocuo. Piénsalo así. Imagina que un niño de 5 años te dice que es imposible que pagues tus deudas, que seras siempre un infeliz, que tu novia no te quiere, etc... Pues tú no harías ni caso, ¿no? Porque en el fondo es un niño de 5 años para el que su mayor reto al final del día es ir solo al baño. Ahora piensa que estás rodeado por niños de 5 años a todas horas, en todas partes y que algunos, los que te conocen mejor, pueden intentar que vuelvas a su realidad y seas infeliz como ellos, ¡ME NIEGO! Ya está bien.

Desde que he empezado a aplicar la ley de la atracción es un hecho que me siento mucho mejor, mucho más feliz, mucho más satisfecha, y también es un hecho que cada vez más algunos de mis allegados están tirando de mí hacia abajo, hacia donde estaba antes. Antes lloraba por las noches, me sentía muy desgraciada ¿no se dan cuenta?

Concluyo diciendo que en general el ser humano que conocemos hoy es egoísta, inseguro, tiende a ser negativo y a parte, quiere reafirmar su naturaleza buscando que todos sus allegados se encuentren como él o ella, quieren compañía, quieren tener alguien que le siga el juego. Pues lo siento, yo me quiero mucho y no quiero seguir jugando con ellos.

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